La cubana Ivette Falcón está convencida de que la cuenta atrás para que Estados Unidos le retire la alfombra roja a los emigrantes cubanos ya ha empezado.
Cuando se enteró por las noticias en Madrid el mes pasado de que los presidentes estadounidense y cubano se disponían a hacer las paces, Falcón, de 42 años, sintió pánico.
Decidió que era el momento de abandonar su vida en España, donde llevaba 22 años, se compró un billete de avión para Canadá y el sábado pasado cruzó la frontera de EE.UU. con su hija Adela, de 14 años, para pedir asilo y beneficiarse del preferencial trato que han recibido cientos de miles de emigrantes cubanos gracias a una ley vigente desde 1966.
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